19/2/10

Sunn O))) + Eagle Twin (Sala Apolo, 04/02/10)


Cuando alguien asiste a un concierto de Sunn O))) sabe que va a presenciar algo fuera de lo común, y para lo que hay que tener bastante predisposición. Con ese ánimo me dirigí a la sala Apolo, y nada más ver el escenario ya noté que la máxima que venían pregonando de “Maximum volume yields maximum results” se iba a cumplir, con un muro de amplificadores cubriendo tanto el fondo como los laterales del escenario.


Para ir calentando la noche teníamos a Eagle Twin, un grupo formado tan solo por un guitarrista y un batería, y cuyo único disco “The unkindness of crows” me había llamado bastante la atención, con un doom muy crudo, donde no se nota en absoluto que haya tan solo dos personas.

Pasaban escasos minutos de la hora anunciada cuando Gentry Densley, el vocalista y guitarra, se acercó al micro y empezó a soltar los gruñidos que abren el primer tema del disco, “In the beginning was the scream”. A partir de ahí se inició una sucesión de riffs totalmente primitivos, acompañados por los golpes lentos pero compactos de Tyler Smith, que rompió una baqueta y tenía que estar recolocando la batería continuamente por los golpes que le daba, encadenando una canción tras otra de manera que resultaba imposible adivinar cuándo terminaba una y empezaba la siguiente, hasta que 50 minutos más tarde pararon de golpe y se hizo el silencio. A lo largo de ese tiempo se fueron alternando momentos más sosegados, donde quizá se echaba en falta algo más de consistencia, con otros de una intensidad brutal, en que parecía imposible que solo hubiese dos personas sobre el escenario. La afinación de la guitarra, como si de un bajo se tratase, ayudó a lograr un sonido muy lleno y, gracias al buen sonido, muy alto y con fuerte presencia de graves, notabas como si cada riff te golpease físicamente.


En ese momento la sala ya rozaba el lleno, y la gente estaba expectante ante lo que iba a venir, sabiendo que no iba a ser algo normal. Cabe decir que Sunn O))) convierten sus conciertos en toda una representación teatral de sonido ralentizado y distorsiones continuas, alcanzando un carácter casi ritual, e improvisando sobre sus propios temas sin que exista un setlist propiamente. A la formación tradicional de Sunn O))), consistente en Greg Anderson y Stephen O’Malley tocando la guitarras y el bajo indistintamente, acompañaban en esta ocasión Attila Csihar, cantante de los míticos Mayhem, y Steve Moore manejando los sintetizadores, perteneciente a Earth, el grupo que Sunn O))) empezó versionando y al que ha acabado apadrinando bajo su propio sello discográfico.


Por fin se apagaron las luces de la sala, mientras una enorme masa de humo llenaba el escenario, iluminado únicamente por una tenue luz, que posteriormente iría alternando entre el rojo y el verde. En seguida empezamos a distinguir las siluetas de Anderson, O’Malley y Moore, ataviados con sus habituales capuchas oscuras, para acto seguido y sin mediar palabra empezar a ofrecernos resonancias pesadas y densas durante un cuarto de hora, mientras se iban moviendo de manera tan lenta y exagerada como los sonidos que ejecutaban, y se iban pasando una botella de vino creando toda una liturgia. Si con Eagle Twin habíamos notado cómo nos golpeaba cada golpe de riff, gracias al volumen ensordecedor y los fuertes graves, aquí la vibración ya se había convertido en algo continuo que nos sacudía el cuerpo en todo momento, notando cómo nos temblaban hasta las entrañas. Finalmente hizo su aparición Attila, también vestido como un monje, y tras algunos movimientos rituales empezó a cantar un sermón. Attila es la auténtica bestia escénica del show, lo mismo recitaba que sacaba voces desgarradas o emitía cantos armónicos budistas, siempre acompañándose de una potente gesticulación que le ayudaba a lograr una gran presencia sobre el escenario. Cualquier cambio en la actuación se hacía con mucha parsimonia, llevaba su proceso; las guitarras alternaban momentos más frenéticos con otros en que dejaban caer las notas como si fuesen ligeras gotas, y entonces notabas cómo dejaba de vibrarte el cuerpo por un instante y lo echabas en falta, a la vez que Attila cambiaba de registro vocal o Moore sustituía los teclados por un trombón para darle un nuevo matiz al sonido. Acercándose el tramo final del concierto, Attila dejó el escenario durante unos minutos, para aparecer después ataviado con una túnica recubierta de espejos afilados y una corona de ramas, que enseguida cambiaría por una corona de largos espejos, recreando una escena de auto-coronación mientras las guitarras iban aumentando cada vez más su intensidad, hasta acabar con Attila gritando de rodillas y Anderson y O’Malley alzando sus guitarras sin dejar de rasgarlas. Y de golpe cesó el ruido.


La sensación que te queda tras presenciar algo así es extraña. No es una música que transmita sensaciones agradables, te deja incluso un poco aturdido, y hay momentos en que esa lentitud en los cambios resulta excesiva y desconectas. Pero también hay otros momentos en que todo eso ritual casi religioso, junto a la sensación de poder palpar el sonido, consigue que entres en una especie de trance con la música. Consiguen llevar la experiencia del concierto a todos los sentidos, a través de una propuesta musical que parece estancada y repetitiva, pero que se alarga durante hora y media sin pausa sin que se haga larga, gracias a una puesta en escena muy lograda.

Metal Morfosis

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